Antonio Ortiz, con su siempre apasionante recopilatorio semanal de enlaces #CausasyAzares (recomiendo seguirlo), me ha puesto en la pista esta mañana de este artículo de Ann Friedman, columnista de la revista Nueva York: “Me Inc. The paradoxical, pressure-filled quest to build a “personal brand”, publicado en New Republic. Recomiendo leer el original, porque consigue transmitir de un modo sencillo y sin aspavientos, con más argumentos que este post, lo que yo vengo pensando hace tiempo de la Marca Personal.
He dicho muchas veces (y con todos los respetos) que no me siento cómodo con el concepto de “Marca Personal”. Prefiero hablar de “identidad” y ya está. Allá por julio de 2011 escribí un post en esta casa: “Lo que somos y lo que contamos en las redes”, en el que reconocía que uno de los conflictos más difíciles de resolver en este mundillo es dónde poner la frontera entre el “yo-persona-humano” y el “yo-marca-producto”. Dije entonces que me da miedo ese juego casi inconsciente de equiparar personas con productos, porque te pones a construir una cosa pringosa que se llame “Marca Personal”, y corres el riesgo de ver aquello como un constructo que tiene vida propia, y que terminará sometiéndote. Hoy, más viejo (y tal vez) más sabio, estoy aún más convencido del riesgo que eso tiene, porque las marcas por definición son hambrientas y ambiciosas. Se lo devoran todo
Antes de que la comunidad profesional de #PersonalBranding se me tire al cuello, me gustaría advertir que no tengo nada contra aquellos que usan el palabro “Marca Personal” como mero constructo pedagógico para ayudar a la gente a transmitir mejor (y ganarse la vida con) una identidad auténtica que emana de fortalezas genuinas. El nombre no me gusta nada, insisto, pero si el contenido es bueno, estoy dispuesto a ser menos tiquismiquis.
La contribución de estos profesionales, “los buenos”, la valoro positivamente si: 1) ayudan a las personas a descubrir sus potencialidades, lo que más les gusta hacer y hacen (realmente) mejor, 2) les orientan para que esas virtudes se transmitan de un modo eficiente y coherente. Esa labor, desde luego, puede ser de utilidad para mucha gente. Con eso no se hace daño a nadie, pero siempre que se gestione desde una perspectiva sistémica, de satisfacción personal, y no como un mero artefacto de marketing.
Volviendo al estupendo artículo de Ann Friedman, voy a enlazar mi argumento anterior con lo que esta periodista cuenta a partir de su propia experiencia. Ella quería “auditar” la marca ME™, y entonces se puso en contacto con profesionales que se dedican a este campo para explorar el enfoque y ver qué propuestas le hacían. De ahí salió esta interesante reflexión, que voy a resumir y rehacer, muy a mi manera (sin desvirtuar lo que dice la autora), en varios puntos:
- La gente está cada vez más preocupada por crearse intencionadamente una reputación (…) En el mejor de los casos, una marca mantiene enfocado en un mundo de opciones ilimitadas [esto es cierto, válido y útil]. Sin embargo, es otra fuente de presión profesional.
- Lo que me dijeron estos profesionales me llegó al corazón de mi conflicto existencial sobre el proceso de la Marca Personal. Yo no creo que sea posible hacer un llamamiento a todo el mundo y seguir siendo auténtica, y mucho menos única. Mi yo más verdadero no utiliza “impactar” como verbo. Un defecto central en la idea de Marca Personal es este: ¿Cómo se puede ser realmente “auténtica” si te ves obligada a censurarte a ti misma por el bien de la identidad de marca?
- Las empresas se están apuntando a esta tendencia, y empiezan a financiar servicios de profesionales de Marca Personal para valorizar a sus empleados más destacados [esto, opino yo, no está pasando tanto todavía en España]. Eso es así porque se han dado cuenta que las-personas-hacen-negocios-con-otras-personas, así que tener empleados muy conocidos será bueno para vender más.
- Es ridículo pensar que, incluso en la época del acceso generalizado a los medios de comunicación social, todo el mundo tiene la libertad y el tiempo para destacar con una marca. Eso, en realidad, es un lujo reservado para los privilegiados, porque en un mundo tan competitivo, con tantas voces peleándose por destacar, tener un blog y una cuenta de Twitter, publicar en Facebook e Instagram, y optimizar el sitio web personal y el perfil de Linkedin para explicar lo que nos hace únicos, es insuficiente para distinguirse del resto de las personas, porque los demás también están haciendo todas estas cosas [y añado yo, tanta obsesión por seguir este espiral competitivo de lucha por la atención, siempre mediada por poderosos algoritmos, puede hacer que termines quemado/a]
- He aprendido una lección importante sobre las marcas: No confunda “ser auténtico” con “sin esfuerzo“ [esto me parece importante, porque hoy en día ser auténticos es casi más duro, y difícil, que no serlo: ¡¡hay que currárselo!!]
- Yo no quiero vivir en un mundo en el que todos deben resumir y dar a conocer su trabajo con el fin de conseguir un gran éxito profesional. Creo que los periodistas en Alaska deben tener sueldos dignos y empleos seguros sólo porque reportan bien las noticias, y no porque tengan una gran cantidad de seguidores en Twitter o un sitio web llamativo.
- Ni siquiera puedo decirte lo que mi marca personal es, exactamente. Sólo estoy persiguiendo cosas que me interesan, o publicando temas que los editores se acercan a pedirme. No vas a ver ninguna estrategia detrás de mi proyección como profesional. ¿Qué quiero ser conocida por…? Uf, no estoy muy segura. La mayoría de la gente está tan confundida acerca de sí misma, como lo estoy yo.
- Hay algo inherentemente falso acerca de tener una identidad cuidadosamente construida. Cuanto más tiempo me paso definiendo mi marca personal, más artificial me siento hablando de mi misma. La paradoja es evidente: a más pensamos en nosotros como “marcas”, menos “personal” se vuelve todo. En lugar de mi verdadero yo, con todas sus peculiaridades y defectos, obtengo un pulido You™, la versión que se comercializa en el mundo.
Por terminar, estoy de acuerdo con Ann Friedman cuando dice que le parece mal ensalzar las virtudes de la Marca Personal sin, por lo menos, reconocer esa desconexión y sus consecuencias.
Nota: La imagen del post pertenece al album de Stefano Principato en Flickr